Centenares de especies de animales marinos atravesaron el Océano Pacífico aferrados a restos y desechos del tsunami que devastó Japón en 2011, según un estudio publicado el jueves en la revista estadounidense Science.
Un total de 289 especies fueron descubiertas en Estados Unidos en estas balsas improvisadas procedentes de Japón entre 2012 y 2017, según los científicos.
“Esto se ha convertido en uno de los experimentos naturales más grandes e imprevistos de la biología marina, quizás de toda la historia”, explicó John Chapman, de la universidad del estado de Oregón.
Entre esos viajeros oportunistas se encuentran meji-llones, gusanos, crustáceos y limaris. Cerca de dos tercios de esas especies nunca se habían identificado en la costa oeste de Estados Unidos.
“No creo que la mayor parte de estos organismos del litoral hubiera podido sobrevivir en el mar durante largos periodos de tiempo”, señaló Greg Ruiz, un biólogo marino del centro de investigación medioambiental Smithsonian.
“Pero en cierto modo tampoco habían tenido mucha oportunidad en el pasado. Ahora el plástico se puede combinar con un tsunami y con tormentas para crear esa oportunidad a gran escala”, añadió.
El tsunami japonés se formó el 11 de marzo de 2011, tras un terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter, y desechos de ese fenómeno, fundamentalmente pedazos de boyas, cajas, barcos y dársenas, empezaron a llegar en 2012 a las costas de Hawai y a la costa oeste de América del Norte.
Aunque han disminuido, todavía se producen algunas llegadas, y nuevas especies fueron identificadas en el momento de concluir este estudio, en 2017.
La mayoría de los desechos que soportaron la travesía del Pacífico estaban formados por plásticos o por otro tipo de materiales duraderos como la fibra de vidrio, que no se descompone. Según los expertos, estas migraciones podrían incrementarse en el futuro. Según otro estudio publicado en Science en 2015, más de 10 millones de toneladas de plástico van a parar al océano cada año, una cifra que podría multiplicarse por diez de aquí a 2025.
Ninguna de las nuevas especies que han llegado a la costa oeste de Estados Unidos parece haberse implantado, por lo menos hasta ahora. Tampoco está claro si los recién llegados podrían tener un impacto sobre las especies autóctonas, ya que haría falta varios años para apreciar tales consecuencias.